Qué hacer si tu familia critica tu cuerpo

Recibir comentarios sobre el cuerpo en el entorno familiar es tremendamente doloroso. Lo que se supone que debería ser un espacio seguro y amable, se convierte en un lugar hostil o potencialmente dañino.

Haya o no haya intencionalidad de herir con esos comentarios, es importante que puedas protegerte y ser el lugar seguro que necesitas para ti. Por eso, en este artículo quiero escribir sobre qué hacer si tu familia critica tu cuerpo.

 

Comunica

Ya sea antes de ver al familiar, durante o después. Pero si algo te ha hecho daño, tienes derecho a comunicarlo. De este modo, la relación podrá ser más saludable para todas las partes.

Distráete

Trata de llevar tu atención a otros elementos más agradables. Ya sea otras personas, otros temas de conversación o el entorno en el que estás.

Un truco: Los pequeños de la familia y las mascotas suelen ser grandes ayudas para esto.

Cambia el tema de conversación

A veces, lo más bondadoso para ti puede ser que “sencillamente” trates de conducir la conversación hacia temas más agradables.

Será muy útil si otras personas de la familia pueden ayudarte. Si lo sientes adecuado, puedes buscar aliados para ello previamente.

Pon distancia

En ocasiones, lo más protector será que pongas distancia con esos familiares que te hacen sentir tan mal. Quizás pueda ser algo temporal, o bien, algo puntual. Por ejemplo, quizás en un mal día de Imagen Corporal, puedas mantener cierta distancia con aquellos familiares susceptibles de realizar algún comentario sobre tu cuerpo.

Divulga

Esto es muy difícil y claramente no te corresponde a ti la carga de educar a nadie. Sin embargo, quizás tus familiares también hayan crecido en medio de la gordofobia o la cultura de la dieta, por ejemplo.

Quizás, gracias a ti, sea posible que empiecen a cuestionar estas creencias y puedan ampliar su mirada hacia la aceptación de todo tipo de corporalidades


Que nuestro cuerpo sea juzgado, es tremendamente injusto. Pero que, además, sea juzgado por las personas que se supone deben quereros, cuidarnos y protegernos… es tremendamente doloroso. Te abrazo fuerte en ello y espero que ahora puedas contar con nuevas herramientas si tu familia critica tu cuerpo.

El enfado hacia el cuerpo como violencia estética

Hace unas semanas que estoy leyendo mucho sobre el poder del enfado, emoción que nos ha sido arrebatada en demasiadas ocasiones a las mujeres. En Autocompasión Fiera, la autora reivindica el derecho que tenemos las mujeres a enfadarnos y expresa que la fuerza de la ira es la propulsora de enormes y beneficiosos cambios personales y sociales.

 

Al parecer, y al menos yo lo siento así también en terapia, cuando no hacemos nada con el enfado, su fuerza se redirige hacia un lugar inadecuado: Imagina que una persona de tu entorno ha sido injusta contigo o te ha faltado el respeto. Bien, pues si no identificas que sientes enfado ni tampoco de dónde viene éste, es posible que la fuerza de la rabia se exprese en otro momento y con otra persona.

Durante demasiado tiempo las mujeres hemos vivido una censura de la expresión de nuestro enfado y esto indudablemente tiene consecuencias. Una de ellas es que cuando no podemos expresar el enfado hacia fuera, lo acabamos expresando hacia dentro.

Si no puedo expresar mi descontento, mi decepción, mi impotencia o mi rabia hacia lo que realmente lo está causando, lo voy a expresar hacia mí. Por ejemplo: Si siempre te piden hacer horas extras y no dices nada a tu empresa es probable que acabes deciéndote frases como «Es que ni siquiera sabes decir no», «No vales para nada» o «Eres tonta» Cuando, en realidad, lo que ocurre es que estás enfadada y no lo estás expresando hacia el lugar adecuado.

Siento que esto también ha tenido influencia en cómo vivimos los imperativos estéticos que la industria de la belleza nos impone. De nuevo, durante demasiado tiempo hemos aceptado en silencio sus mandatos. Durante demasiado tiempo hemos callado, hemos escondido, hemos pasado hambre y hemos sufrido. Durante demasiado tiempo hemos dirigido todo este malestar hacia nuestro cuerpo. Culpándolo de todo y para todo. Es decir, se convierte el enfado hacia el cuerpo como violencia estética.

Llegará un momento en el que dirás «basta». Llegará un momento en el que tu enfado se dirigirá por fin hacia el origen de todas las exigencias. Llegará el momento en el que verás que el problema no lo tienes ni tú ni tu cuerpo y, en ese momento, seremos más fuertes que los mandatos estéticos del momento.

Las necesidades de tu cuerpo

Por supervivencia, los Seres Humanos hemos desarrollado una serie de conocimientos prácticos y teóricos que nos han hecho conocer las necesidades básicas de nuestro cuerpo. Por ejemplo, sabemos que debemos ingerir comida para poder tener energía, que necesitamos dormir para regenerar el organismo y hasta hace un tiempo, era necesario mantener relaciones sexuales para reproducirnos como especie. Ahora bien, nuestro día a día es tan complejo y arrollador que asumimos las necesidades de nuestro cuerpo como un hábito.

Funcionamos en piloto automático

Piénsalo, normalmente te acuestas y levantas a una hora en concreto, comes en determinadas horas del día y muchas veces son los mismos alimentos. Vas al gimnasio con una rutina pautada de ejercicio y te permites descansar sólo el domingo por la tarde. Todo esto en piloto automático, sin escuchar realmente a las necesidades de tu cuerpo. 

Es normal funcionar en ese piloto automático, pues organizamos nuestro día a día a través de horarios estrictos vinculados normalmente al ámbito laboral o al cuidado de infantes o personas con dependencia. 

Por ello, supone un esfuerzo escuchar y atender a las necesidades de nuestro cuerpo. Una de los ejercicios que suelo trabajar en Terapia con las personas a las que acompaño es que en algunos momentos del día, paren, se dediquen unos segundos y haciendo un escáner corporal se pregunten qué necesidades tiene su cuerpo. 

Las necesidades de tu cuerpo

Normalmente, la pregunta que se hacen es la siguiente: «Querido cuerpo, ¿Qué necesitas para hacer tu trabajo?» y evalúan durante unos segundos el grado de descanso, el tipo de alimentos, las horas de sueño o la necesidad de movimiento que tiene su cuerpo para el resto del día. De hecho, en terapia de psiconutrición es muy común realizar esta práctica enfocándonos a cada una de las células del organismo, atendiendo el Hambre Celular del cual habla la Doctora Jan Chozen Bays en Comer Atentos (libro muy recomendable).

No es una tarea sencilla, requiere ir aprendiendo poco a poco a escuchar y atender las necesidades corporales. Pero como Humanos, tenemos esa capacidad. Sólo tenemos que volver a sintonizar la frecuencia de onda de nuestras necesidades. Tomar consciencia de ellas. Y desconectar el piloto automático y las normas externas de la Cultura de la Dieta o de la Industria de la Belleza que nos dictan lo que tenemos que comer y el ejercicio que debemos realizar (entre otras muchas cosas)

La diferencia entre voluntad y fuerza de voluntad

Pero, ¿vale la pena? Sí, rotundamente sí. El resultado suele ser un aumento del autoestima y del propio autoconocimiento. Además, verás que atenderte y cuidar de ti no resulta ya tan forzoso y que perdura. Y es que esa es la clave: Desconectar el piloto automático para conectar contigo te permitirá funcionar con voluntad (y no con fuerza de voluntad), porque la voluntad es intención, es actuar desde el respeto y el amor hacia uno mism@. La fuerza de voluntad, además de no perdurar nunca en el tiempo, sólo nos genera frustración, culpa y enfado con lo más preciado de este mundo: Nosotr@s mism@s.

 

Auto-cosificación: Autoestima y TCA

La «auto-cosificación» tiene influencia sobre nuestro autoestima y sobre nuestras competencias lógicas, analíticas y matemáticas ¿Cómo te quedas? Te lo explico a través de un estudio realizado en 1998 y conocido como «That Swimsuit Becomes You«, en español: «Este traje de baño se convierte en ti». Y es que la Auto-cosificación es un concepto clave para mejorar nuestro autoestima y prevenir los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).

Estamos desgraciadamente familiarizas con el término «cosificación» pero no tanto con la noción de «auto-cosificación» aunque siento con bastante seguridad que es algo extremadamente común, sobre todo con las personas que se encuentran en una batalla contra su imagen corporal.

¿Qué es la Auto-cosificación?

La auto-cosificación es adoptar la perspectiva de observarse externamente y considerarse como una cosa, un cuerpo al que las demás personas miran y evalúan.

Es algo que veo en casi todas las personas a las que acompaño en el Plan Cuerpositívate y es un aspecto que no dejo nunca sin trabajar. En muchas ocasiones es casi inconsciente, como una idea subyacente a todo, un modo de ver y relacionarnos con nuestro cuerpo que nos hace imposible tener una buena relación con él.

Cuando ves a tu propio cuerpo como un objeto puedes tener la «falsa ilusión» de creer que lo puedes controlar. También es más fácil caer en la comparación con otros cuerpos que cumplen con el estereotipo impulsado por la industria de la belleza.

Además se produce un fenómeno que también veo de manera bastante habitual: Si nos damos el valor como persona a través de cómo creemos que los demás ven nuestro cuerpo, y nosotr@s creemos que nuestro cuerpo no se ve bien a ojos de las demás personas… será imposible no darnos un valor bajo como persona.

Auto-cosificación y Autoestima

A pesar de que mi práctica profesional me hace decir todo lo anterior con total seguridad de no estar engañándote, también me respaldo en la evidencia científica.

Y lo hago a través de un estudio llamado «That Swimsuit Becomes You» (Fredrickson, Roberts, Noll, Quinn y Twenge, 1998). En este estudio, los investigadores reunieron a un grupo de hombres y mujeres y los dividieron en dos muestras:

  • Una muestra se vestiría con una confortable sudadera
  • La otra muestra se vestiría con un revelador traje de baño

El objetivo era inducir mayor auto-cosificación a la muestra vestida con el traje de baño pero no en la muestra de la sudadera. Posteriormente, los investigadores realizaron las mismas preguntas  a cada uno de los individuos de ambos grupos con tal de discernir si era así. Y fue claro: Las personas vestidas con el traje de baño tenían un mayor nivel de vergüenza corporal y menor autoestima. Así, pudieron deducir que efectivamente, focalizarnos en nuestro cuerpo y en cómo éste es visto por los demás, nos hace tener un menor autoestima. 

Algo muy interesante es que se demostró que, por lo general, las mujeres nos vemos más influidas por la auto-cosficación que los hombres, disminuyendo en mayor medida nuestro autoestima.

¿Quiere saber por qué? Te explico algunos de los factores que influyen en un post que escribí sobre qué vemos cuando nos miramos al espejo

La auto-cosificación nos hace tener una mala relación con la comida y aumenta el riesgo de TCA

Sí, los investigadores observaron una correlación entre el puntuar con un mayor nivel de auto-cosificación, menor autoestima corporal y llevar una dieta muy restrictiva que podría evolucionar hacia un Trastorno de la Conducta Alimentaria. Por ello, la auto-cosificación es clave para mejorar nuestro autoestima y prevenir los TCA.

La auto-cosificación consume recursos mentales

¿Creías que sólo afectaría a la autoestima? ¡Ja! Esto es mucho más grande. Además, expusieron a los sujetos experimentales a pruebas y problemas matemáticos.

Y los resultados fueron muy llamativos: Cosificar nuestro cuerpo disminuye el rendimiento cognitivo… Voy a volver a decirlo…Centrarnos únicamente en el aspecto físico del cuerpo, nos hace obtener peores resultados en actividades de lógica y razonamiento. Básicamente, nos hace mucho más difícil poder aportar, desarrollarnos y crecer en este mundo. Pero sólo en el caso de las mujeres. En el grupo de hombres no se vieron diferencias estadísticamente significativas entre la muestra de la sudadera y la muestra del bañador.

¿Qué ha pasado desde 1998?

Lo que ha ocurrido es que este estudio ha sido replicado en multitud de ocasiones bajo el título «That swimsuit becomes all of us» (Este traje de baño se convierte en tod@s nosotr@s). Estudiando los resultados con una muestra más heterogénea (incluyendo todo tipo de nacionalidades, orientaciones sexuales, géneros, etc).

Y los resultados han sido siempre los mismos: La auto-cosificación lleva a una mayor insatisfacción corporal, se relaciona con una alimentación trastornada y consume recursos mentales tales como la atención, la memoria, el razonamiento y la lógica.

¿Y tú?

¿Te sientes identificad@? Quizás no te sientas bien en este momento con tu cuerpo pero esto no tiene por qué ser para siempre. No se trata de renunciar a vernos mejor físicamente, se trata de aprender a querer a nuestro cuerpo para decidir si queremos cambiarlo o no. Si quieres más información de cómo trabajo en terapia la autoestima corporal te invito a que leas sobre el Plan Cuerpositívate.

Y si quieres consultar cualquier cuestión antes de decidirte a empezar a cuidar de la relación con tu cuerpo puedes reservar una Sesión Online Gratuita conmigo. 


Auto-cosificación: Autoestima y TCA
 

 

Los derechos de tu cuerpo

Hay dos maneras de mostrarnos respeto hacia nuestro propio cuerpo. Primero, haciéndole sentir cómodo y segundo, satisfaciendo sus necesidades básicas. Tener presente los derechos de tu cuerpo te acercará a tener una mejor relación con él mismo, y también mejorará tu bienestar físico y emocional. 

Los Seres Humanos nos hemos encargado de formular y hacer cumplir deberes y derechos fundamentales, basados en valores tan sólidos como la justicia. De hecho, parece que en determinados momentos de nuestra Historia hemos dedicado mucho esfuerzo en elaborar leyes, algunas muy absurdas. Por ejemplo, ¿sabías que no se puede salir del Estado de Minnesota (EEUU) con un pato en la cabeza?

Sin querer alejarme más del objetivo de este artículo, te quiero explicar un secreto. Un secreto que much@s de mis pacientes del Plan Cuerpositívate conoce bien y es que llegado un punto, cuando ya hemos trabajado algunas de las heridas a sanar de la relación con su cuerpo y queremos dar un paso más para acercarnos al autoestima corporal, hacemos un pequeño (pero gran) acuerdo personal teniendo en cuenta 5 premisas básicas que tu cuerpo merece.

Son 5 premisas muy básicas, pero que deberíamos tener tod@s presente pues constituyen los derechos fundamentales de nuestro cuerpo. Y se los merece. Te presento las premisas básicas para respetar a tu cuerpo:

1. Tu cuerpo merecer ser alimentado

Pase lo que pase, hayas comido lo que hayas comido previamente o estés haciendo (o no) el ejercicio que sea, tu cuerpo merece ser alimentado. Y tienes derecho a comer. Siempre.

No necesitas ganarte la comida a través del ejercicio físico, ni debes castigarte sin cenar por haber comido algo más de lo que sueles hacer. Basta ya de rendir cuentas a la Cultura de la Dieta. Tu cuerpo espera que le des la energía que necesita para funcionar. Pero no sólo se trata de dotarle de alimentos para que funcione, se trata también de que le puedas hacer sentir placer. Por eso, también merece ser alimentado con aquella comida que te guste. Merece que te alimentes para disfrutar

Para no alargarme demasiado en este punto no voy a mencionar que, además de con comida, nuestro cuerpo merece ser alimentado con muchas otras cosas. Así que también merece que honres tus distintos tipos de hambre. Te dejo aquí un artículo que escribí para WeLoverSize con el que podrás descubrir toda la variedad de «hambres» que experimentamos

2. Tu cuerpo merece ser tratado con dignidad

Por ti y por los demás. Pero ya sabes que el cambio empieza en un@ mism@, así que me voy a dirigir a ti.

Tratas de manera digna a tu cuerpo cada vez que no lo sometes a castigo por ser algo que no es. Cada vez que te muestras comprensible y compasiv@ con él. Cada vez que aceptas su forma, su tacto, sus curvas, sus planicies, sus cicatrices y su movilidad.

Tratas con dignidad a tu cuerpo cuando te permites hacer lo que te apetece y lo que te hace feliz sin esperar a que él sea o se comporte de una determinada manera. Honras a tu cuerpo cuando no le culpas de las cosas que no has hecho.

Tratas con dignidad a tu cuerpo cuando no te crees todas las burlas u opiniones que has recibido sobre él. Y cuando no te las dices a ti mism@ al mirarte al espejo.

3. Tu cuerpo merece ser vestido de forma cómoda

Te hablé de ello en este artículo en el que te proponía 3 retos de aceptación corporal basados en tu ropa, ¿recuerdas? 

Cuando te vistes de manera cómoda, le estás diciendo a tu cuerpo que está bien de la forma que es. Sin tener que ocupar un espacio al que no llega, ni tener que estar comprimido en unas telas que le aprietan y que hasta le dejan marcas.

Muchos programas dietéticos para la pérdida de peso te dicen que «tires tu ropa de gord@» o que «te compres aquélla ropa que entra en el cuerpo que quieres tener». Siguiendo estas recomendaciones, estás haciendo que tu cuerpo se sienta incómodo y estarás alimentando tus pensamientos gordofóbicos contigo mism@. En vez de vestirte para tu cuerpo del aquí y ahora.

4. Tu cuerpo merece ser tocado con cariño

Y aquí te lo vuelvo a decir, este derecho corporal, es un deber y derecho para ti y para los demás. 

Un ejercicio que suelo mandar de tarea para casa es que la persona se aplique crema hidratante prestando atención plena a su cuerpo y desarrollando mensajes de amor hacia él.

Realizarnos automasajes o aplicarnos aceites en el cuerpo es una manera cálida y agradable de transmitir cariño a nuestro cuerpo.

5. Tu cuerpo merece moverse agradablemente

Ir al gimnasio o hacer ejercicio no debería ser tu rutina de tortura diaria (ni semanal). Realizar deporte de una manera con la que no nos sentimos a gusto es muy poco sostenible en el tiempo. Hacer ejercicio no debería ser una obligación.

Pero lo que sí merece tu cuerpo es que encuentres aquél movimiento con el que se siente bien y que te apetece realizar. Puede ser dos clases de sevillanas a la semana, natación, running, jugar al pilla-pilla con tus hij@s o dar un paseo.

¡Ah! Y puedes empezar a hacer deporte tengas el cuerpo que tengas. No es necesario tener un cuerpo delgado y musculoso para ir al gimnasio. No tienes que vestir de determinada manera ni tener según qué gadgets. Mereces sentirte cómod@ cuando mueves tu cuerpo. Eso es todo. 


¿Cuán presentes tienes los derechos de tu cuerpo? 

Como te decía, tener en cuenta los derechos de tu cuerpo es un paso que trabajo en terapia y que forma parte de un proceso de autoconocimiento y de desarrollo de aceptación y autoestima corporal y personal.

Si quieres que tengamos un espacio en el que podamos hablar sobre ello y resolver las dudas que puedas tener, puedes Reservar una Sesión Online Gratuita conmigo

3 retos de aceptación corporal

«La valentía es levantarse para defender lo que uno cree» esta frase de Sophie Turner (que nos conquistó por encarnar a Sansa en Juego de Tronos) refleja perfectamente el espíritu de este post. Y es que te voy a pedir que creas en ti. Que seas aquéllo por lo que te levantas. Por eso, voy a proponerte 3 retos de aceptación corporal.

Si estás leyendo estas líneas es que la relación con tu cuerpo ya está cambiando y estás empezando a aceptar todas sus líneas, curvas, hoyitos y pliegues. Puede que yo misma haya tenido la fortuna de acompañarte en el camino con el Programa CuerPositívate o puede que hayas llegado hasta aquí de distinta manera, lo que está claro es que estás en el buen camino para aprender a aceptar a tu cuerpo tal y como es.

Y te voy a proponer 3 retos de aceptación corporal muy ligados a nuestro armario. Porque no quiero que escondas ya más tu cuerpo en él.

Primer reto: Dime cómo es tu armario y te diré si tienes un autoestima corporal fuerte

El primer reto lo compartí en mi perfil de Instagram. Te lo dejo aquí si quieres verlo en más detalle.

Cuántas veces guardamos ropa que no nos gusta o que no nos ponemos porque nos resulta incómoda. O peor aun, cuántas veces guardamos ropa que nos ponemos, pero en la que nuestro cuerpo está totalmente incómodo en ella.

Cuántas veces nuestra ropa nos ha dejado marca, nos ha rozado, apretado, pinchado…cuántas veces hemos llegado a casa con ganas de quitarnos ya esa prenda que tanto aprieta… y que volvemos a guardar al armario para ponernos otro día más.

Eso, es no honrar a nuestro cuerpo. Analiza a lo Marie Kondo cada prenda de tu armario, y recuerda cómo te hace sentir. Y si es una prenda que te genera incomodidad física cuando te la pones… dónala o dásela a alguna persona conocida.

Hace un tiempo organicé un reto grupal haciendo esto mismo con clientes y fue un antes y un después en el día a día de cada un@. Dedica atención a lo que tu cuerpo necesita y permítete vivir cómodamente en tu propio cuerpo.

Segundo reto: Cómprate algo bonito y cómodo

No voy a pedirte que te compres un armario lleno de ropa nueva. Pero sí que te propongo que te compres un conjunto de ropa interior bonita (seductora, si quieres) y cómoda.

Cuántos sujetadores te han apretado por delante, por detrás y hasta en los hombros… cuántos tangas han sido demasiado intrusivos para ti en tu cuerpo, cuántas costuras de bragas te han dejado marca o incluso te han irritado la piel.

Comprarse un conjunto de ropa interior bonito y cómodo no te va a suponer un gasto económico demasiado alto y es algo que siempre vas a necesitar. Por lo que te propongo que dediques tiempo a escoger cuál quieres.

Descubre y escoge exactamente cuál es tu talla. Escoge la tela cuyo tacto te guste más. Un diseño que te haga sentir bien al mirarte al espejo. Y que no te deje marcas en tu cuerpo.

Piénsalo, la ropa interior está directamente en contacto con zonas muy íntimas de nuestro cuerpo… zonas con una energía poderosa y especial. Te mereces estar cómoda.

Tercer reto: Viste para impresionar(te)

Escoge dos días a la semana en los que vayas a ponerte algo que se escape un poco de lo que acostumbras a llevar: Un pintalabios rompedor, un collar grande, unos pendientes vistosos, una camiseta colorida… ¡una uña de cada color! Lo que sea que te haga sentir guap@, segur@ y fuerte.

Puede parecerte un reto un tanto superficial, pero dedicarte esos minutos extra para pensar de qué forma te apetece salir de la zona de confort en tu vestuario esos dos días a la semana… es hacer un regalo a tu cuerpo.

Nota

Si no te encuentras aún en el punto para hacer ninguno de estos 3 retos de aceptación personal, no pasa nada. Estás en camino.

Si quieres hacerlo, pero no te atreves, podemos tener una sesión gratuita online en la que conocernos para que puedas decidir si quieres empezar a trabajar en la relación con tu cuerpo. Sólo tienes que reservar sesión aquí.

3 libros contra la Gordofobia

¡Hoy es el día contra la Gordofobia! Hoy es un día especial para recordar que cada día sigue habiendo acoso y menosprecio a las personas cuya corporalidad no se corresponde con lo ampliamente aceptado y considerado «normal». Para celebrar este día y rechazar la gordofobia, voy a recomendar 3 libros contra la Gordofobia, que me han acompañado siempre en mis consultas de Terapia para la Aceptación Corporal.

«El cuerpo no es una disculpa» (Sonya Renee Taylor, 2018)

Un poderosísimo libro que mezcla política, feminismo y gordofobia. Con este libro escuché por primera vez el término «autoestima radical» y me di cuenta que «el cuerpo, también es política» y de que aceptar nuestro cuerpo tal y como es supone un cambio personal con repercusiones a muchos niveles. Sororidad en todas sus páginas. Lo puedes comprar aquí.

«Tienes derecho a permanecer gorda» (Virgie Tovar, 2018)

Esta fantástica autora y activista ya me había conquistado con sus potentes conferencias (las podéis encontrar en Youtube) pero cuando leí este libro, se convirtió en una de mis mayores referentes. Virgie utiliza el humor como arma de amor propio y te dice lo que la industria de la belleza se ha encargado de negarte: Que eres perfect@ tal y como eres. Ya está. Pero no sólo te lo dice, te aporta pruebas y hechos para que (por fin) te lo creas. Lo puedes comprar aquí.

«Salud en todas las tallas» (Linda Bacon, PhD, 2008)

Para mí el libro que lo revolucionó todo. Es un libro con multitud de referencias a artículos científicos que te dice, a grandes rasgos, que la gordura no es el problema, que el problema es la dieta. Porque delgadez y salud no son sinónimos, del mismo modo que obesidad y enfermedad, tampoco van de la mano. Lo puedes comprar aquí.

¡Bonus track! Y te dejo dos títulos más que creo que son más aptos para un público más juvenil o que se esté iniciando en este mundillo. Eso sí, sólo los he encontrado en inglés.

Things no one will tell fat girls (Jes Baker, 2015)

Body Positive Power (Megan Jayne Crabbe, 2017)

 

Decálogo para ir de compras y no acabar odiándo(te):

Con el paso de los años y a través de un trabajo personal, he ido aprendiendo a querer a mi cuerpo tal y como es. Sin embargo, antes de conseguirlo, lo había llegado a pasar muy mal cuando iba de compras. Por eso, el hecho de haber vivido en primera persona todo lo malo que esa experiencia puede tener me ha permitido desarrollar un decálogo. Este sencillo pero transformador decálogo para ir de compras y no acabar odiándo(te), hará que la experiencia de ir de compras sea más beneficiosa para ti.


  1. La hora importa: Si puedes ir un día entre semana, cuando la mayoría de personas están trabajando mucho mejor. Si tus horarios te obligan a ir en fin de semana, intenta ir lo más pronto posible. Ir a comprar cuando las tiendas acaban de abrir es muy distinto a ir un sábado a las cuatro de la tarde. A mí, que no soy muy fan de las aglomeraciones, me da hasta gusto pasearme por las tiendas, verlo todo bien colocado (también hay muchas más tallas), y pudiendo entrar y salir del probador sin colas. 
  2.  Escoge a qué tiendas vas a ir: Aquellas que sabes que te gustan y en las que sueles encontrar ropa de tu talla. Voy a hablar de tiendas comerciales que seguro que conocemos tod@s: Llevo dos o tres ocasiones entrando en Bershka y saliendo sin haberme probado nada. La ropa que veo últimamente ahí no me representa… creo que, en este momento, ya no es para mí. Así que, probablemente, el próximo día que vaya de compras… no entraré en esta tienda. En cambio, últimamente, me siento más acorde a la ropa que veo en Sfera… ¡así que allá que iré! Estate atent@ a tus gustos, como todo en la vida, van cambiando y evolucionan al mismo tiempo que nosotr@s. 
  3. Ve con ropa cómoda: Aunque no queramos, cuando vamos de compras, vamos a estar un buen rato de pie y caminando. Ir cómod@ es fundamental. Y además, mejor ir con ropa y calzado fácil de quitar y poner para no aburrirnos cada vez que entramos en el probador. 
  4. Lluvia de ideas: Observa cada prenda de ropa y si alguna te llama la atención ¡cógela para probar! Aunque después no te la compres y aunque no sea para nada de tu estilo. Para evolucionar hay que ir probando y arriesgándonos. Ya llegará el momento en el que valores si la compras o no. Ahora, diviértete contigo mism@. 
  5. Momento talla: HARTA, harta estoy de que una talla de ropa nos defina. «Yo soy una 36», «Yo tengo una 48», «Yo en Stradivarius soy una 38, pero en Zara una 36″. Basta ya de castigarnos tanto con eso y de cargar con una losa que, encima, no tiene ningún sentido. Que, a veces, en una misma tarde he tenido una 36, una 38 y una 40 EN LA MISMA TIENDA. Así que observa la prenda, la elasticidad, la forma… y piensa qué talla puedes necesitar de esa prenda. Porque no eres ninguna talla. De hecho, como en la mayoría de las ocasiones voy a comprar sola, suelo coger siempre dos tallas del mismo pantalón… ¡y a veces hasta tres! 
  6. Momento probador: Pase lo que pase, no eres mejor ni peor persona después de probarte esa pieza de ropa. Que te va y te gusta como te queda… ¡genial! pero si no es así, NO-PASA-NADA. Hay muchas razones por las que esa pieza de ropa, con esa tela, ese patrón, ese corte y ese color no te va o no te gusta cómo te queda. Quítatela, déjala, y a por otra. Puede que hasta sea cosa del espejo y de la iluminación que tienen en la tienda. 
  7. ¿Me lo compro?: Si te gusta y te lo puedes permitir, adelante. Deja atrás el miedo al qué pensarán los demás, deja atrás la duda de si te compras o no algo que no es como lo que sueles llevar puesto. Que te gusta y te haga sentir bien son dos muy buenos motivos para lucir esa prenda de vestir. 
  8. ¿Y si no has encontrado nada?: Esto a veces ocurre, y nos podemos sentir frustrad@s, cansad@s y disgustad@s. Si tu mente te pide un descanso, deja las compras para otro momento u otro día. Estoy segura que ningún día de tu vida has tenido que ir desnud@ por no haber podido comprar ropa. Así que relaja tu mente, deja pasar todos los malos pensamientos y enfócate a cuidar de ti. ¿Qué te apetece en este momento? Un masaje, una taza de chocolate, ir a ver una peli al cine, quedar con tus amig@s, tomarte una caña o un maratón de Netflix, etc pueden ser buenas opciones de autocuidado. Ya volverás a ir de compras otro día. 
  9. Encuentra otras opciones: Vivimos en la era digital, ya no hace falta ir físicamente de compras. Puedes comprar en las tiendas físicas que te gustan desde Internet. ¡Las alternativas son infinitas! Incluso puedes comprar en tiendas online con infinidad de opciones. En ASOS, por ejemplo, puedes encontrar infinitas opciones con un gran abanico de tallas.


    Si lo pasas mal yendo de compras, no te gusta lo que ves cuando te pruebas la ropa o no te atreves a vestir determinadas prendas por miedo o vergüenza… quizás sea momento de aprender a quererte y de querer a tu cuerpo. Si quieres saber cómo empezar a hacerlo, puedes leer sobre el plan CuerPositívate© que he desarrollado.